Esta cronología de la vida de Miguel de Molina, tiene la autenticidad que le confiere el corresponder a sus propios recuerdos, desgranados en su autobiografía “Botín de guerra”, y en imágenes que dicen más que mil palabras.
Hemos querido ofrecer un panorama de su apasionada existencia, año tras año, y brindar así una verídica síntesis de esa vida de novela plena de altibajos, de dicha y de dolor, desde aquel día de 1908, en que vino al mundo en Málaga, hasta 1993, cuando le sorprende su dramático fin en Buenos Aires.
Entonces Miguel se transforma en mito, un mito que nunca morirá.
«Cronología basada en las memorias y conversaciones con Miguel de Molina» (Buenos Aires, 2008), por Salvador Valverde Calvo.
CRONOLOGIA
de una vida de leyenda
1908
Málaga. 10 de abril de 1908. Estamos en un típico corral de vecinos de la época, en una callejuela que cruza la carrera de Capuchinos. Una vieja comadrona levanta a una criatura recién nacida y exclama: -¡Es el chiquillo más bonito que he visto en mi vida!
El niño se llamará Miguel como su padre. Este es Miguel Frías Molina y la madre Josefa Montañés. Los dos originarios de pueblos de la serranía malagueña, se conocieron y se casaron, pero la dicha duró poco, sobre todo porque Miguel, sufría de epilepsia y ello le solía impedir ejercer su trabajo de zapatero, y era su mujer, la sufrida Josefa, quien hacía milagros para que su familia sobreviviera, trabajando como asistenta.
Miguel diría con los años:
«Yo llegué al mundo en una España en la que reinaba Alfonso XIII y en una Andalucía en la que quienes “gobernaban” eran la pobreza, el hambre, los terratenientes, la ignorancia…»
1914-1916
La infancia de Miguel no pudo escapar a esa pobreza que le rodeaba. Sus padres le dieron mientras tanto cuatro hermanas: María, Pepa, Anita y Asunción.
«Mi panorama era el de un padre enfermo y una madre agotada por el trabajo…Yo me refugiaba con mi tío Pepe, vendiendo carbón, montado en un burro… Los pobres se divierten con poco.»
A los 8 años, era de una belleza llamativa. Tal vez fue eso lo que hizo que al preparar una fiesta en el corral. como faltaba una chica, para formar cuatro parejas que bailaran sevillanas, lo vistieran de mujer.
«Fue la primera y única vez en vi vida que practiqué el travestismo. Jamás me vestí después de mujer, digan lo que digan.»
El chiquillo era una luz: vendía avellanas en la feria, cuidaba a los chicos del patio, para conseguir algunos céntimos que dar a su madre, en aquel mundo de penurias era como un alegre cascabel.
1917-1920
«Yo tenía 9 años y mi madre consiguió que me recibieran en un colegio de curas… a cambio de que ella limpiara el edificio. Pobrecita… Y allí, entre palmetazos y coscorrones, aprendí a leer y escribir…»
Miguel, por aquellos años era una belleza de muchacho.
«Tal vez por eso algunos chicos del colegio me llamaban “nena”. Pero yo no me molestaba. En lo que se refiere al sexo todo era para mí una nebulosa. No creo que experimentara a esa edad ninguna tendencia. Eso llegaría más tarde…»
Para ayudar a su madre, Miguel deja el colegio y acepta cualquier trabajo, hasta conseguir uno de repartidor de telegramas. Un día, lleva uno al gran poeta Salvador Rueda y éste simpatiza con él y le regala un libro de poesía. Allí encuentra unos versos del que será después su admirado Federico García Lorca.
1921
Un domingo de invierno de 1921, Miguel acude por primera vez a un teatro: el “Vital Aza” malagueño. Actúa una compañía de varieté y la estrella es la cupletista Salud Ruiz.
«El mundo del teatro me fascinó. Fue un caso de amor a primera vista, que ya no me abandonaría jamás. Con 13 años ya decidí que un día sería artista.»
Por esa época el muchacho comprende que su futuro en Málaga es seguir ahogado por la miseria en que vive. Decide entonces escapar a la aventura, tratando también de conseguir algún dinero que alivie las angustias de su madre.
«Con un hatillo de ropa al hombro, me largué a la carretera rumbo al sur, y en el carro de un melonero llegué a Estepona. Allí pasé un año limpiando copas y sirviendo en un bar. Por las noches me dormía llorando, pensando en mi madre y mis hermanas.»
1922
Una tarde, una andaluza simpática, madura y aún atractiva, entró en el bar y fijó su vista en Miguelillo.
«Le llamaban Pepa la Limpia y, sin disfrazar la cosa, me dijo que era la dueña de una mancebía, una casa de prostitución. Me ofreció un empleo para ayudarla en la limpieza, el mercado, la cocina…y un buen sueldo. Y acepté. Con 14 años, ¡las cosas que iba a ver y descubrir allí!»
Miguel se ganó la confianza de Pepa, que todos los meses mandaba a la madre del muchacho parte de su sueldo. Pero para el chico lo más importante de ese 1922, fue el que Pepa y El Corcho, su amante, lo llevaran a la Primera Fiesta del Cante Jondo, que habían organizado, en Granada, Manuel de Falla y García Lorca.
«Aquello fue maravilloso… Y tuve la oportunidad de ver por primera vez a Federico. Yo tenía 14 años y él 24… Y ya sentí una extraña fascinación por aquel hombre que sería tan importante en mi vida y mi arte.»
1923-1927
Durante unos años Miguel permanecerá en el lupanar de Pepa, hasta que ésta fallece de un infarto y el muchacho deja la casa y sigue su vida aventurera.
«En 1927, con 19 años, me instalé en Granada. Allí conocí a un hombre, Miguel Cabrera. especialista en organizar juergas flamencas para turistas. Con él aprendí lo que sería esa nueva “profesión” que me daría de comer y también conocer a las estrellas del cante y el baile flamenco de las que tanto aprendí. Y para progresar en el asunto me fui a Sevilla.»
1928-1929
En 1928 ya tenemos a Miguel en Sevilla, como experto en fiestas flamencas.
«En aquella ciudad maravillosa, fue donde viví lo que podría considerarse mi verdadera primera experiencia sexual.»
Todo sucedió a raíz de la famosa Exposición Iberoamericana de 1929. Entre los pabellones que se crearon, levantaron un Barrio Árabe y allí conocería Miguel a un guía de turismo muy especial, un moro espigado, sensual, con su fez y su capa blanca, de una extraña atracción física para él.
«Se llamaba Samido… Y entre la embriaguez de la manzanilla y una pipa de kif …me dejé llevar. Me dijo: “Ven conmigo, niño bonito. Ya verás que nunca vas a olvidarte de esta noche” Y fue así … Años más tarde, interpretando en un escenario “Ojos verdes”, me acordé de Samido al cantar: “Y nunca una noche más bella de mayo he vuelto a vivir…” Fui a buscarle, pero había regresado a Marruecos. Nunca lo volví a ver…»
1930
Siempre aventurero, Miguel se trasladó a Madrid en 1930. Durante años, en las fiestas flamencas de su Andalucía, había aprendido a cantar y bailar, y lo que sería la esencia de su arte. Pero esa carrera artística que quería iniciar, la cortó el tener que hacer el servicio militar en Algeciras.
«Aquello fue un infierno, porque me tomó de criado la mujer de un capitán, y en mi vida limpié más mugre. Y encima tenía que aguantar a los soldados que, viéndome barrer, me decían piropos… o guarradas de cuartel. Menos mal que gracias a unos amigos de Madrid, con influencia, a los pocos meses me dieron la baja. Para mí, la mili fue una pesadilla.»
1931-1932
Con el pelo cortado como un cepillo, volví a Madrid y comencé a organizar juergas flamencas en Villa Rosa, en la Plaza Santa Ana, y allí seguí aprendiendo de los grandes del baile y el cante.
El 14 de abril se proclama la República y Miguel, que por aquellos tiempos no entiende mucho de política, sólo espera que mejore la vida miserable que sigue agobiando a sus paisanos.
«Fue en ese 1931 cuando conocí a una artista genial, Soledad Miralles, la que me propuso que fuera su compañero como bailarín y logró que debutáramos en el Teatro Romea, pero…. ¡gratis! para darnos a conocer. Entonces nacieron mis famosas blusas que diseñé y cosí yo mismo. ¡Eran un petardo! Y contribuyeron, por su originalidad, al éxito fenomenal que obtuvimos. Y ahí comenzó una carrera en serio.»
1933-1934
A fines de 1933, Rafael Menéndez presenta a Miguel y a García Lorca.
«La verdad es que Federico me tomaba un poco a broma… Le divertía mi forma de ser… Pero él vivía en un mundo intelectual muy distinto… Además, estaba fascinado con Sánchez Mejías, el torero y marido de la Argentinita, … tan fascinado como yo lo estaba con ‘el… Pero el destino iba a hacer que nos cruzáramos constantemente.»
El joven malagueño progresa en su carrera y en la vida… La gente del ambiente ha dejado de llamarle La Miguela, para reconocer su arte. Y llega la gran oportunidad cuando en 1934 lo contratan para actuar junto a la Argentinita en “El amor brujo”. ¡Del varieté al teatro de la ópera y el ballet! Y en un espectáculo asesorado por Garcia Lorca. Sin embargo, Miguel arma una bronca, porque le han colocado en los carteles último y “en letra microscópica” … ¡y abandona la compañía tras un gran escándalo, antes del estreno!
«Hice lo que debía…Y solo sentí lo que pensaría de mí Federico…Pero ese mismo año tuve mi revancha. Me contrataron para hacer “El amor brujo”, de Falla, en el Teatro Español de Madrid y nada menos que con Antonia Mercé la Argentina, Pastora Imperio y Vicente Escudero.¡Y el éxito fue de apoteosis!»
Pero cuando Antonia Mercé se fue a Estados Unidos… Miguel tuvo que despertar del sueño…Del gran ballet…volver al varieté, entre cupletistas y cómicos burdos. Eran los sube y baja de una carrera que recién comenzaba.
1935
España vive momentos de turbulencia social y política. Se avecina la tragedia… Miguel por primera vez se hace empresario, encabeza un espectáculo en el Teatro Ruzafa de Valencia, y comienza a convertirse en estrella de la canción.
«De Valencia me fui a Madrid y ¡por fin! en la capital logré un éxito fenomenal, compartiendo cartel con Amalia de Isaura. Una noche, al salir del teatro, me encontré en un café con García Lorca. Me saludó afectuosamente y me felicitó por mi éxito… Al despedirnos no podía sospechar el trágico final que le aguardaba. Sin saberlo, era un último adiós…»
1936
En mayo de ese año, fatal para la historia de España, a Miguel le propusieron filmar una película. Y a fines de junio, a menos de un mes de que estallara la guerra civil, Miguel se trasladó a Granada para filmar “Alhambra”.
«Por todas partes sólo se hablaba de que iba a estallar un alzamiento militar. Y en un bar escuché decir a un tío con una cara de bestia que asustaba: “Pues si hay levanta – miento… al primero que nos vamos a cargar en Granada es a ese maricón de García Lorca”.»
Miguel, horrorizado, piensa que Federico puede estar ya en Granada y lo busca por todas partes sin dar con él…Pero su película debe terminarse, en estudios de Barcelona, y se traslada a esa ciudad.
Los acontecimientos se precipitan. Estalla la guerra en julio y Miguel se entera de que en agosto han fusilado en Granada a García Lorca. Consternado, vuelve a Madrid, acompañado por su secretario, Pepe M (le llama Miguel en sus memorias), que conoció en Valencia y con el que vive una relación de pareja.
1937
«Yo me había llevado a mi madre a Madrid, a un piso que alquilé en la calle Narváez y allí me refugié con ella, aterrorizado por el clima de horror y desmadre que había desatado la guerra.»
Un día, un grupo de milicianos lo detienen junto a su secretario y los llevan a una comisaría. Alguien los ha denunciado como franquistas, al ver que llevan al cuello unas cadenas con medallas religiosas.
«Yo no sé cómo habría terminado aquello, si no hubiera aparecido en la comisaría un vecino de mi madre, que era comunista, y nos sacó del lío respondiendo por nosotros. El caso es que al día siguiente decidí escapar de aquel clima y de los bombardeos de Franco y nos fuimos a Valencia.»
1938
Miguel pasa prácticamente toda la guerra en Valencia, ciudad en la cual es un ídolo.
«Pero por más que fuese un artista popular…la guerra era la guerra, y me citaron para hacer el servicio militar y, seguramente, enviarme al frente. Me enrolaron en el Tercer Cuerpo de Tren, pero tuve una idea genial…Les propuse que, en vez de ponerme a tirar tiros, que con mi puntería no le iba a dar a ningún fascista, podía formar una pequeña compañía de varieté, dar festivales para recaudar dinero para la República, y también ir al frente a animar a las tropas.»
Aceptaron su propuesta, hizo centenares de funciones benéficas, entre estallidos de bombas y metralla, y fue así como se convirtió en un ídolo de la España republicana.
«Yo me daba cuenta de que si llegara a triunfar Franco mi destino iba a ser el de Federico: el fusilamiento. Por eso, cuando fue evidente que la guerra estaba perdida, traté de escapar en un barco a África, pero la fuga fracasó y me dije: » ¡De ésta sí que no me salvo¡»»
1939
¿Cómo se libró Miguel de la cárcel y tal vez del fusilamiento? Cuando las tropas de Franco entraron en Valencia, en 1939, un tal Prieto, falangista, hombre de paja de un jerarca franquista, le hizo una propuesta. En adelante él sería su empresario y Miguel trabajaría por una suma miserable a cambio de protección.
«No tuve más remedio que aceptar… Y durante todo 1939 recorrí España, con Amalia de Isaura y una pequeña compañía. Muchos iban a verme preguntándose cómo aquel “rojo” había logrado sobrevivir a la feroz represión.»
Pero por fin, ya en Madrid, se rebela. Anuncia a Prieto, el empresario del cual se siente un “botín de guerra”, que rompe su contrato, y pronto va a descubrir, en carne propia, que se ha terminado la protección.
«Fue la noche del 10 de noviembre de 1939. No lo voy a olvidar jamás, porque aquello marcó mi futuro. Yo estaba trabajando en el Teatro Pavón…De pronto aparecieron en mi camarín tres tipos con gorras y trincheras y me ordenaron que les siguiera. No me pude resistir …Me llevaron en un auto hasta los altos de la Castellana y allí me dieron una feroz paliza. Luego me cortaron el pelo a tirones, con una maquinilla desdentada, y me hicieron beber un frasco de aceite y vaselina líquida. Cuando yo, entre sollozos, sólo atinaba a preguntar ¿por qué me hacían eso?, uno respondió: – ¡Por marica y por rojo! ¡Vamos a terminar con todos los maricones y los comunistas! Y me dieron unos culatazos en la cabeza que me dejaron desvanecido.»
Quedó allí tirado pensando que tal vez estaba muerto, y poco después un taxista, que se apiadó de él, lo llevó al Teatro. Lógicamente no pudo trabajar y lo condujeron a su casa donde le esperaba una larga convalecencia, mientras corría el rumor por Madrid de que lo habían matado.
Con una peluca que le hicieron, imitando su peinado original, y con algún diente roto reemplazado, se vio obligado a cumplir los últimos días de contrato en el Pavón, siempre con público hasta en los pasillos, que quería ver al sobreviviente”.
«Luego escapé a Valencia donde me sentía más tranquilo… Mis amigos me decían que me ocultase, que no trabajara más o terminarían pegándome tres tiros.»
1940
Pero Miguel no puede con su genio. Vuelve a Madrid y el 23 de febrero presenta un gran espectáculo, como empresario, en el teatro Cómico. No tiene más remedio que arriesgarse para no morir de hambre.
«Yo tenía un presentimiento de que algo malo me iba a pasar y, efectivamente –en pleno éxito clamoroso– el 24 de marzo, de golpe, se armó un escándalo en la sala. Unos veinte tipos comenzaron a gritar: – ¡Hay que prohibir que trabaje ese rojo! ¡No queremos maricones!»
Se armó un escándalo fenomenal, con escenas de pugilato entre los que atacaban y defendían a Miguel, y todo terminó con la rápida llegada de la policía y la clausura del teatro.
«Al día siguiente apareció en mi hotel un oficial de la policía que me entregó una orden de la Dirección General de Seguridad. “Por razones especiales”, debería quedar confinado en la ciudad de Cáceres hasta nuevo aviso. ¡Increíble! ¡Me mandaban al destierro en Extremadura!»
Y así fue… Le iban a obligar a pasar largos meses, sin trabajar, y presentándose todos los días en una comisaría.
1941
Después de esa temporada en Cáceres, lo único que logró Miguel es que le permitieran trasladarse a Buñol, una pequeña localidad cercana a Valencia, y allí completó más de un año de destierro hasta que le llegó una orden “permitiéndole la libertad de movimiento a través de España”.
«¿Pero significaba eso que podía volver a trabajar? Nadie se animaba a darme una respuesta… El caso es que pasados algunos meses un productor de cine llamado Ulargui, me contrató para filmar en Barcelona una película…Y cuando intentó estrenarla en La Gran Vía de Madrid, aparecieron tres policías y secuestraron las copias. ¡Nuevo escándalo! Y la película nunca se pudo estrenar.»
Meses después, un empresario de Zaragoza se animó a contratar a Miguel y su eterna compañera, la Isaura, para actuar un fin de semana. Fue un éxito enorme, pero…
«En cuanto regresé a Madrid me esperaban dos policías que me llevaron a la Dirección General de Seguridad. Y allí un funcionario me dijo por fin claramente “que tenía absolutamente prohibido trabajar. Y que si volvía a pisar un escenario no se responsabilizaban de lo que me pudiera suceder”.»
La cosa estaba clara. Le habían condenado a la muerte civil, a morirse de hambre… La única solución sería irse al extranjero, pero ¿le darían un pasaporte? Y si lo conseguía, ¿a dónde iba a ir?, porque Europa ardía en plena Guerra Mundial.
1942
En esos momentos, providencialmente, Miguel conoce a un apuesto falangista, llamado Polín, que ofrece gestionarle el pasaporte, gracias a sus influencias. Miguel no puede ocultar la atracción que, desde el primer momento, siente por Polín, y éste le dice que si consigue el pasaporte le gustaría acompañarle a América como administrador y secretario, cosa que acepta entusiasmado.
«Y aunque parezca mentira ¡Polín lo logró! Un día apareció con el pasaporte, y si bien tenía que dejar en Madrid mujer y dos hijos…me dijo que estaba dispuesto a acompañarme en la aventura.»
Todo parecía arreglarse milagrosamente. Miguel acababa de recibir un telegrama de Lola Membrives, ofreciéndole su Teatro Cómico de Buenos Aires, para que presentase un espectáculo.
«Había que mantener todo en secreto, por si acaso, y viajar a Lisboa, de donde el 23 de octubre salía el “Monte Amboto”. El paso de la frontera a Portugal fue de película…Yo temía que en cualquier momento llegara la guardia civil y me detuvieran, pero ¡pasamos! El 7 de noviembre llegábamos al puerto de Buenos Aires. Y el 14 debutaba ¡armando una revolución! ¡La gente se peleaba por conseguir una entrada!»
Miguel seduce especialmente a la alta sociedad porteña y una estanciera (él la llama Malena en su autobiografía), le asedia con flores y costosos regalos. Pero él sigue obsesionado con Polín.
1943
Miguel trabajó a teatro lleno hasta el 7 de marzo, en que terminó la temporada. No deja de mandar dinero a su madre, como lo ha hecho siempre, y eso le hace feliz…Pero en su vida privada no es dichoso. El mismo confiesa en sus memorias:
«Mucha gente daba por sentado que Polín y yo éramos amantes y no fue así. Mil veces le declaré mis sentimientos y otras tantas me rechazó con su postura firme y machista. Era un típico mujeriego y, por otra parte, comencé a descubrir que administrando el dinero del teatro hacía cosas raras…Vamos…que sus aventuras con las fulanas ¡las pagaba yo!»
Terminada su labor en el Cómico, Miguel inicia otra triunfal temporada en el españolísimo Teatro Avenida. El llenar el teatro a diario tiene más mérito porque la Argentina está convulsionada después de un reciente golpe militar, y es presidente el General Ramírez. (Poco después aparecerá como secretario de Trabajo y Previsión, un hombre que será clave en la Argentina: el Coronel Perón)
«Pero está visto que los momentos de buena fortuna no se iban a prolongar en mi carrera…Y siempre por lo mismo.
Un día se presentó en mi casa de Buenos Aires, un comisario con dos policías y me dijo “que estaba invitado a dejar el país”. ¡Es una historia que parece de novela! Primero me llevaron a la prisión de Villa Devoto y me metieron en una celda, con un profesor que estaba detenido por comunista y me daba unas charlas sobre marxismo, mientras yo estaba desesperado, sin saber qué me iba a pasar.»
Los empresarios del Avenida hicieron lo imposible porque lo pusieran en libertad, pero les dijeron que era imposible, que estaba detenido por “escándalo público”, y lo mandarían de regreso a España en el “Monte Urbasa”.
«¿Y qué hacía Polín a todo esto? Desapareció…Me di cuenta de que me había traicionado ¡y como tenía un permiso mío por escrito, podría sacar hasta mi dinero del banco!
Para colmo, en estos rocambolescos momentos, un día apareció en la celda un sacerdote que venía de parte de Malena, mi admiradora. ¡Me dijo que Malena me ofrecía casarse conmigo pensando que de ese modo evitaría mi deportación!¡ Era toda una locura! El caso es que me llevaron al barco directamente, y sólo permitieron que una mujer, que limpiaba mi casa, me mandara un poco de ropa limpia. ¡Había perdido todo! Una casa puesta de arriba abajo, cuadros, muebles…y dinero, mucho dinero.»
Desde la cubierta del barco, viendo alejarse Buenos Aires, Miguel pensaba en lo fugaz de la fama y la fortuna…En la gente que le había traicionado y, sobre todo, en ¿qué le esperaría ahora en España?
1944
«En cuanto llegué a España traté de pasar inadvertido y me fui a Valencia, a la casa que le había comprado a mi madre. Y durante meses viví prácticamente escondido y con temor a lo peor. Que me metieran en la cárcel, ¡o me mataran!»
Lo más interesante de ese período es que, al fin, Miguel va a ir descubriendo de dónde ha venido esa feroz persecución contra él. Un día lo visita un viejo falangista, amigo de Polín, que no sabe cuál ha sido el comportamiento de éste. Miguel le pregunta si en Falange se sabe quién y por qué le persiguen y el hombre termina por confiarle lo que sabe.
«Me contó que la persona que ordenó mi secuestro y tortura, la confinación y prohibición de trabajar, era un importante Funcionario de Relaciones Exteriores, secretario de Serrano Suñer y con un cargo de Falange para el Exterior. Y añadió que se trataba de un homosexual retorcido y resentido, y que cuando la tomaba con alguien no paraba hasta destruirlo…
Era seguro que este tipo se puso en contacto con algún militar argentino para lograr mi expulsión.»
El descubrimiento no lo tranquilizó…Al contrario, le hizo que siguiera escondido y, para vivir, se dedicara a vender algunos buenos cuadros que había comprado en épocas de breve bonanza.
Con algún dinero y cierta experiencia, se marchó a Madrid, decidido a dedicarse a la compraventa de arte y antigüedades, ya que era absurdo intentar volver a los escenarios.
«Lo más increíble de aquel año 1944, fue la aparición de Malena en Madrid. Insistía en que la felicidad y la solución, para mí, era casarme con ella…Yo la tomaba en broma y un poco escapando de ella me fui a Barcelona donde seguí con el comercio de antigüedades. ¡Pero cuando a Malena se le metía algo en la cabeza… ¡Me siguió a Barcelona, se infiltró entre mis amistades y les convenció que debíamos casarnos! Llegó a elegir una iglesia y fecha de la boda, y me mandó a mi hotel un traje de novio, camisa, corbata, gemelos… Yo, aburrido de la persecución, me escapé a Madrid, dejándola prácticamente en el altar. ¡Compuesta y sin novio!»
1945
Como era su estilo, Miguel decide, de repente, volver a actuar, y convencido de que en España será imposible, se pone en contacto con un empresario de México y consigue un contrato.
«Primero, como para probar mi pasaporte, me fui a Portugal. Y una vez allí estuve un mes esperando la salida de un barco para México. En Lisboa hice buenas amistades y conocí a un joven muy culto e instruido, llamado Juanito, que había estudiado ciencias económicas y acababa de quedarse sin trabajo en una empresa que quebró. Le ofrecí entonces que administrara mis cosas en México y él aceptó. Me acordé entonces de lo que me pasó con Polín y rogué que la cosa no se repitiera.»
Pero la gran sorpresa que le esperaba a Miguel fue ¡la aparición de Malena! Había descubierto su paradero por la madre del artista, y se largó a Lisboa. Y para colmo sacó un pasaje para México en el mismo barco que llevaría a Miguel y a Juanito, prometiendo “portarse bien” y no insistir en el casamiento. Era una situación digna de un vodevil francés.
1946
«Lo mío con México fue un amor a primera vista. Todo me sonreía… Me hice amigo de celebridades como Pedro Vargas, María Félix, Elvira Ríos. Y tuve oportunidad de relacionarme con Manolete, que estaba toreando allí. Para colmo debuté en El Patio, un lugar mítico del Distrito Federal, y con un éxito de locura. Mis” caballos de batalla” “Ojos verdes” y “La bien pagá”, hicieron que el público me ovacionara de pie.»
Con el éxito llegó el dinero que Miguel tan fácil sabía gastar cuando lo lograba. Pero, como siempre, después del suceso y la fortuna, le amenazaba la desgracia. Y esta vez no fue a causa de la mano negra de su enemigo español, de la Falange… Su futuro se vino a pique por un problema sindical que le cayó del cielo… o del infierno.
«El éxito en la famosa sala “El Patio” fue tan grande que su empresario, Miranda, decidió montar un espectáculo especial para mí y eligió el Teatro-cine Esperanza Iris. Gastó una millonada en decorado, vestuario, nuevos artistas… Pero había un problema. Existían en México dos sindicatos del espectáculo, el de Actores, que presidía Jorge Negrete, con Cantinflas como secretario, y el STIC de los gremios técnicos del cine. ¡Los actores habían “prohibido” que se dieran espectáculos en el Esperanza… y el STIC estaba en su contra “a muerte”! ¡Y yo, sin comerlo ni beberlo, estaba en medio!
Debutamos con un fenomenal éxito, pero grupos armados con pistolas, armaron un escándalo terrible y a los pocos días pusieron un petardo-bomba en la primera fila, que arrancó varias butacas. ¡Menos mal que aún no había entrado el público! Total… El empresario se asustó y se terminó la temporada en pleno éxito. ¡Qué destino el mío!»
Miguel se va a ver obligado a dejar México y Juanito, el secretario, que tiene saudades de su Portugal, decide volver a Lisboa… Pero Malena, siempre fiel, está dispuesta a seguir al hombre que ama. Es entonces cuando a Miguel se le ocurre intentar volver a la Argentina. Malena se adelanta, para tratar de buscar gente influyente que permita su entrada, y el cantante va, lentamente, viajando hacia el sur: Cuba, Colom- bia, Venezuela, Brasil y, por fin Montevideo. Pero todos le dicen que la entrada en Argentina va a ser imposible, y es entonces cuando a Miguel se le ocurre escribir directamente a Eva Perón.
«Más tarde me enteré de lo que hizo Evita. Pidió a la policía mi prontuario, y como en él no había absolutamente nada en mi contra, le “sugirió” al jefe de la policía que no me complicaran la vida y me dejaran entrar en el país. Yo no olvidaría jamás lo que esa mujer hizo por mí.»
1947
Otra vez la vida le sonríe. Ha debutado en el Teatro Premiere con un éxito de público y crítica apoteótico. Evita lo estima y protege… Y Malena, que ha vuelto en su empeño, por fin se da cuenta de que todo es inútil y desaparece. ¿Será posible que consiga en su vida la felicidad perdurable que tanto ha buscado inútilmente?
«Estaba visto que la paz y la tranquilidad no se habían hecho para mí. Los empresarios del teatro me hicieron mil canalladas y, el 10 de enero de 1947 en que debía terminar la temporada, me declaré enfermo, y todo volvió a acabar con un escándalo mayúsculo ¡y poniéndome el vestuario y decorados en la calle!»
Esta vez no se preocupa. Tiene la protección de Eva Perón, que le recomienda un abogado con el que gana todos sus pleitos… Y él está a disposición de Evita para toda función de beneficencia que ésta le solicita. Llega a cantar en el Teatro Colón, templo mundial de la ópera, en una función para los gremios…Sólo le preocupa que el 10 de mayo ha cumplido 39 años y el tiempo también pasa para el que fue “el niño bonito de Samido”.
«Yo sabía que, para mi género, con mi obligación de ser una belleza en los escenarios, no me quedaba mucho tiempo…
¡Había que juntar dinero para la temida vejez! Y me lancé a trabajar sin descanso y siempre apoyado por el público que nunca me fallaba.»
Pero el 1 de agosto de ese 1947, le llega la peor noticia que puede recibir. Su madre ha muerto en Valencia. Era el ser que más había querido en su vida; para ayudarla se lanzó a los caminos de niño… Le costará mucho consolarse, sobreponerse. Si anteriormente no la llevó a la Argentina fue porque su madre no quería abandonar la casa de Valencia, y, por otra parte, siempre aguardaba allí el retorno de su Miguel. El destino no lo quiso.
1948-1956
Para el artista y para el hombre, en ese tiempo que va de sus cuarenta a los casi cincuenta años, le esperan momentos que nunca ha vivido. especialmente tener por primera vez un cálido hogar.
«Creo que para lo que me quedaba de vida, lo más importante fue tener un verdadero hogar. ¡Una casa andaluza, con patio y jardín, en el barrio de Belgrano! Era un sueño… La convertí en una especie de museo, con fotos dedicadas a mí por famosos artistas y personalidades como Evita y Perón. Los menciono a menudo porque, especialmente Eva, se mostró conmigo con una calidez de verdadera amiga.»
A esa casa de Belgrano llega desde España su hermana Asunción, con su marido Juan y sus tres hijas, María del Carmen, Pura y Josefina y en esa casa nacerá su ahijado, Miguel. Pero con el tiempo su familia busca otra casa y se muda.
«Yo tengo que reconocer que soy, a menudo, un cascarrabias y que no es nada fácil vivir a mi lado.»
Ese 1948, en que Miguel cumple los 40, aparece en su vida un hombre de 30 años, Giuseppe L (le llama él), italiano, diseñador de muebles y hombre de gran cultura, que acaba de llegar en el Giulio Cesare, y le presenta una amiga común. Pero aquella relación solo iba a durar dos meses.
«Me cautivó su inteligencia y trato, pero… En mi vida afectiva, nunca tuve suerte ni encontré un sentimiento perdurable.»
Miguel no deja de trabajar, siempre con éxito, y en 1952 filma una película, levemente inspirada en su existencia, titulada “Esta es mi vida”. La acaba de filmar y se va a estrenar cuando el 23 de Julio muere Eva.
«Lo sentí mucho por ella y por muchos argentinos. Yo nunca entendí la política de aquellos tiempos. Sé que tenía enemigos… Pero también sé que palió muchos sufrimientos de gente humilde… Y de ella yo siempre recibí comprensión y ayuda, en momentos en que sólo conocía la persecución y ensañamiento. También me hizo pensar qué joven había muerto gente tan cercana a mi estima: Evita a los 33 años, García Lorca a los 38, Manolete, con 30…»
En 1953 la noticia que más le impresiona es que ha muerto en España su peor enemigo, el hombre que le hizo la vida imposible y cambió su destino…Esto hizo que pensase en que ya podría volver a España sin peligro…Pero el solo pensar en abandonar su hogar de Buenos Aires, le hace postergar siempre la partida.
«Solo me decidí cuatro años después… En la Argentina pasaron políticamente cosas que hicieron muy difícil la convivencia y que me recordaron el clima de nuestra postguerra. En 1955, con la llamada Revolución Libertadora, Perón se fue al exilio… Yo – quitando el marido de Evita-, nunca me llevé bien con los militares… Así que aquel clima me animó a partir rumbo a España, en 1957, a ver qué pasaba y, más que nada, para levantar la casa que le había puesto a mi madre en Valencia. Y así llegué a mi tierra con los 49 años cumplidos. Me había ido con 37… Sin duda se notaba la diferencia.»
1957
La última vez que trabajó en España fue en Zaragoza, en 1941. Han pasado 16 años… Demasiado tiempo. Para muchos es un desconocido. Además, aunque su particular enemigo hubiera desaparecido, Franco y su gente dominaban el país. Siempre tenía el temor a un peligro que no sabía de dónde podría venir.
«Lo primero que hice fue ir a Valencia y jamás podré olvidar la emoción que sentí al entrar en la casa de mi madre, al ver sus cosas en los mismos lugares en que ella las había dejado… Guardé en dos baúles lo que quería conservar y el resto, algunos cuadros y piezas de arte, las vendí muy bien en Valencia. Ahora no necesitaba el dinero y era casi un experto en arte y antigüedades… Así que esta vez no se aprovecharon de mí.»
No sólo le emocionó la casa y recuerdos de su madre, también aquellos rincones de Valencia y sus alrededores donde pasó toda la guerra civil; pero sentía que el tiempo pasado, el tiempo que le habían robado no lo podía reconquistar y ello le impulsaba a partir.
Sin embargo, una propuesta para actuar durante las fiestas de las Fallas le sedujo y el enorme éxito que logró le animó a aceptar otra proposición de presentarse en Madrid, en la sala del Florida Park, en el Retiro.
«¿Por qué acepté? No sé… Tal vez porque quería mostrar a gente que nunca me había visto que mi arte era auténtico, más allá de mi leyenda de torturado y perseguido. Pero ya me pesaba la edad en el escenario. Sin embargo salí a la pista como un toro y el público, en gran parte figuras famosas, me ovacionaron de pie.»
Se emocionó como nunca, pero en cierto modo sentía que aquello le llegaba tarde… Y aunque le hicieron propuestas excelentes para hacer una gira por toda España, subió con sus baúles al Conte Grande y partió rumbo a Buenos Aires, a su hogar. Dentro de si se enfrentaban los sentimientos más profundos, por eso, viendo desde el barco alejarse la costa de España, lloró amargamente, sabiendo que no volvería.
1958-1960
«Regresé a mi casa de Belgrano y al entrar me sentí como el que llega a un refugio, al lugar que uno ha elegido… o la vida le ha llevado. Ya no pensaba en trabajar en el teatro. Para colmó llegó la fecha en que cumplí mis 50 años…»
Sin desairar a algunos buenos y viejos amigos que le reclamaban, prefería permanecer en su casa, en su jardín… Tal vez con el resquemor que habían dejado en él tantas traiciones, desconfiaba de los rostros nuevos que se acercaban a él. No quería servicio doméstico y por ello iba a un cercano supermercado, se hacía la comida (era un excelente cocinero) y se planchaba “como nadie” sus camisas.
«Pero curiosamente el mundo del arte no me había olvidado. Me hablaron de Cuba y me ofrecieron un fabuloso contrato para actuar en la mejor sala-casino de La Habana. Sin embargo, decididamente “la historia” me empujaba a retirarme. Fidel Castro comenzó su revolución contra Batista y se terminó todo. Me quedé en casa.»
Fue por aquellos días cuando a Miguel se le ocurrió escribir sus memorias. Se pasaba hasta el amanecer escribiendo sin orden cronológico ninguno, el episodio que le venía a la mente. Lo hacía en pequeños papeles que luego abrochaba y amontonaba sobre una gran repisa. También escribía poesías…Y comenzó una novela, con una historia que transcurría en la Patagonia Argentina entre estancieros y muy posiblemente inspirada en gente que había conocido bien. Pero a veces sufría de una honda depresión, como si echara de menos aquel brillante pasado de los escenarios.
En uno de esos días, en que ya había cumplido los 52 años, en 1960, le habló un empresario de Rosario, una muy importante ciudad de la Argentina, ofreciéndole realizar una breve temporada, pero que debía iniciarse pocos días después.
«Parte de la culpa de lo que pasó la tuve yo. Yo que siempre fui tan profesional, que cuidé al máximo los detalles… Pero esa vez estaba como cegado por volver a un escenario, vestir mis blusas, cantar y bailar, sentir el calor de siempre, el aplauso del público… ¡Volver a vivir! Pero todo resultó un desastre. No hubo propaganda alguna. El teatro estaba en condiciones espantosas, los cortinados mugrientos… Debutamos y por primera vez en mi vida me encontré con solo un par de filas de butacas ocupadas… Cuando bajó el telón me dije: ¡Se acabó! Esto no da para más.»
Y no volvió a pisar un escenario. Hay cantantes de ópera o primeros actores dramáticos que siguen entusiasmando al público después de haber cumplido los 60 años. En el caso del arte de Miguel, sus canciones, sus bailes, sus blusas…, necesitaban de aquel que un conocido poeta comparó con “un joven arcángel”.
1961-1993
El ocaso
«Allí en mi casa de Belgrano, a veces sin salir en todo un día, sentí una especie de alivio con la determinación tomada. Una parte fundamental de mi vida, con momentos de gran felicidad en lo profesional, pero con terribles situaciones personales, se había terminado. Ahora sólo esperaba que el periodismo, que tantas infamias había inventado sobre mi vida, se olvidara definitivamente de mí.»
Sus quejas en este aspecto tenían mucho de justificadas. Una conocida periodista porteña, un día confesó que “cuando no tenía nada que contar en su columna inventaba un chisme sabroso sobre Miguel de Molina”. Y el caso es que algunos periodistas no se olvidaban de él, no obstante, el paso del tiempo. Cuando ya había cumplido los 75 y no era ni una sombra de aquel “niño bonito”, periodistas y fotógrafos de revistas españolas del corazón, las de mayor difusión, viajaban hasta la casa de Buenos Aires, espiándole cuando salía a hacer la compra diaria. Y cuando trataban de fotografiar el jardín interior, subiéndose a la tapia que le rodeaba, alguna vez se encontraron con un escobazo que les hizo volar la cámara.
«Yo trataba de aceptar la realidad, de que estaba viviendo lo que podría llamar el ocaso… Pero después de la verdadera novela que fue mi existencia, el monótono pasar de los días me entristecía… Un día leí en “Israfel” que un personaje decía: “Todo lo que es hermoso debe morir a tiempo”. Y yo –perdónenme la vanidad– fui hermoso. Lo que debía sucederme siempre llegaba tarde o a destiempo.»
Con esas palabras Miguel parecía anticiparse a otro momento de su vida. Un día recibió una carta de la Embajada de España en Buenos Aires. Supuso que, ahora que le habían “perdonado” le invitaban a un cocktail y casi la rompe… Pero la abrió.
«Su Majestad Juan Carlos I me otorgaba la Orden de Isabel la Católica. Lo tuve que leer varias veces… Era verdad, no estaba soñando… Y al mismo tiempo que se lo agradecía al Rey, no pude menos que acordarme de aquella paliza en la Castellana, de las persecuciones, de la prohibición de trabajar, del secuestro de mis películas, del exilio… De haberme robado los mejores años de mi vida empujándome lejos de mi madre, de mi tierra…
Me puse lo mejor que tenía y tapé mi poco pelo con un sombrero ancho. En la Embajada estaban las más importantes figuras del mundo artístico, y fotógrafos y periodistas de todos los medios… Seguramente habían calculado que yo ya había cumplido 84 años. Y venían a ver qué quedaba de mí.
Después de un elogioso y diplomático discurso del Embajador, me colocaron la hermosa condecoración. Yo pensé que aquel Miguelillo que salió de Málaga con el hatillo al hombro, ahora era Caballero de la Orden de Isabel la Católica, otorgada por Su Majestad el Rey Juan Carlos I.»
Le pidieron que cantara y con una voz increíblemente firme, entonó el estribillo de “Ojos verdes”, su famosa creación. Fue la última vez en su vida que cantaba en público.
«Como tantas cosas en mi vida… aquel “resarcimiento” había llegado demasiado tarde. Pero me hubiera gustado que mi madre me viera con la medalla al pecho.»
Miguel tuvo un aviso, una crisis cardiaca, y fue ingresado en el Hospital Británico. Allí le acompañó su hermana y el resto de su “familia argentina” … Pero días más tarde se repuso y volvió a la casa de Belgrano.
Meses después, el 5 de marzo de 1993, lo encontraron muerto por un infarto, en el salón de su casa. Murió solo, como había vivido, por propia voluntad, los últimos años de su existencia. Sus restos yacen en el Panteón de Actores, del Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires. Junto a su lápida siempre hay flores de gente qué, no obstante, el paso de los años, no lo ha olvidado.
En el cine…
La participación de Miguel de Molina en el cine comienza, como la guerra civil en España, en 1936. De la mano del director Antonio Graciani interpretó «Alhambra».
También la obra musical del artista se ha incluido en numerosas realizaciones cinematográficas modernas. Un ejemplo es la banda sonora de «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», del oscarizado director Pedro Almodóvar… O en los documentales: «Canciones para después de una guerra», del director Basilio Martín Patino, y «La tierra de las 1000 músicas», del director Luis Miguel González Cruz, con guión del periodista y crítico musical Joquín Luqui.
Como intérprete:
TITULO: ALHAMBRA (España,1936)
(También conocida como «EL SUSPIRO DEL MORO»)
DURACIÓN: Largometraje 97 minutos B/N
Director: Antonio Graciani
Producción: Producción Cinematográfica Española
Argumento: Obra teatral La alhambra o el suspiro del moro de «Luis Fernández de Sevilla» (Luis Fernández García) en colaboración con Francisco Prada
Guión: Antonio Graciani
Fotografía: José María Beltrán
Música: Rafael Martínez Valls
Intérpretes: Alberto López Algara, José Alcántara, Gabriel Algara, Anselmo Fernández, Ricardo Galache, Maruja Gómez, Miguel de Molina, Amparo Planelles, Salud Rodríguez, Elia Romero, Florita Solé, Juanita Toronché
Distribución: Producción Cinematográfica Española
Estreno: 15 de enero de 1940. Madrid. Cine San Miguel
País: España
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Española
TITULO: CHUFLILLAS (España,1944)
DURACIÓN: Cortometraje 22 minutos B/N
Director: Claudio de la Torre.
Escrita por Francisco Ramos de Castro y Rafael de León.
Interpretes: Miguel de Molina – Lolita Benavente – Mari Cruz – Anita de Molina – Fernando Fresno.
País: España
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Española
TITULO: MANOLO REYES (España,1944)
DURACIÓN: Cortometraje 23 minutos
Director: Claudio de la Torre.
Escrita por Antonio García Padilla y Claudio de la Torre.
Interpretes: Miguel de Molina – Mari Cruz – La Brazalema – Miguel Pozanco.
País: España
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Española
TITULO: LUNA DE SANGRE (España,1944)
DURACIÓN: Cortometraje 23 minutos B/N
Director: José López Rubio.
Guión de José López Rubio.
Interpretes: Miguel de Molina – Juan Cano – La Brazalema – Juana Mansó – Julio Sanjuán.
País: España
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Española
TITULO: MANOLETE MONSTRUO (México, 1944)
DURACIÓN: Cortometraje 9 minutos B/N
País: México
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Mexicana
TITULO: ESTA ES MI VIDA (Argentina, 1952)
DURACIÓN: Largometraje 95 minutos B/N
Director: Román Viñoly Barreto
Guión de Carlos A. Petit
Interpretes: Miguel de Molina – Tato Bores – Gloria Ferrandiz – Salvador Fortuna – Diana Maggi – Egle Martin – Claudio Martino – Maruja Montes – Liana Noda – Fidel Pintos – Adolfo Stray – Susana Vargas – Argentinita Vélez.
País: Argentina
Idioma: Español
PROPIETARIO: VIDEO MERCURY – ESPAÑA
TITULO: LUCES DE CANDILEJAS (Argentina, 1956)
DURACIÓN: Largometraje 80 minutos B/N
Director: Enrique Carreras
Escrita por Enrique Carreras y Agustín Cuzzani
Interpretes: Francisco Álvarez – Mario Baroffio – Guillermo Brizuela Méndez – Alberto Castillo – Francisco Charmiello – Miguel de Molina – Luis Prendes – Amelia Vargas
País: Argentina
Idioma: Español
PROPIETARIO: Imagen Satelital – Argentina
Inspirada en su vida:
TITULO: LAS COSAS DEL QUERER (España,1989)
Versión libre inspirada en la vida de Miguel de Molina.
(En sus memorias, tituladas Botín de guerra, Miguel de Molina comenta sobre esta producción, que no le pagó derechos por utilizar —de manera libre— su historia personal, lo siguiente : «Una de las últimas barrabasadas que debí sufrir fue que se hiciera en España una película titulada ‘Las cosas del querer’ y que, para publicitarla, se lanzara indirectamente la idea de que era mi vida, sin pagarme un céntimo. Cuando intenté algún reclamo y el productor Luis Sanz aseguró que “se trataba de una obra de ficción y que cualquier parecido era pura casualidad”, no supe si reír o llorar de rabia» Molina, 1998: 310).
DURACIÓN: Largometraje 98 minutos
Director: Jaime Chávarri.
Interpretes: Manuel de Banderas, como Miguel de Molina – Ángela Molina – María Barranco.
País: España
Idioma: Español
PROPIETARIO: Filmoteca Española.
Video-clipping, selección de la película «ESTA ES MI VIDA».
[Propiedad de Vídeo Mercury – España]
CINE
La gran pantalla
Calidad y originalidad se dieron la mano en el talento de Miguel de Molina, que el cine recogió como testimonio.
(Diego Galán, experto en cine)
Condecorado con la Orden de Caballero de Isabel la Católica, en 1992.
Miguel de Molina, de 83 años, recibe en Buenos Aires la distinción. Terminó cantando, con voz ronca por la emoción, la copla Ojos verdes, pero antes se lamentó: «Lástima que todos estos elogios me toman cansado de cuerpo, porque el alma la tengo igual». El cantante aseguró: «Nunca me olvidé de España, a pesar de que en algunos momentos se me trató como un perro. Pero soy feliz, felicísimo, y si mañana me muero, me muero tranquilo porque se sabrá que soy un buen tipo, a pesar de las cosas que me han colgao».